Con el crecimiento de la demanda de coches eléctricos, también estamos siendo testigos de como aumenta la apuesta de los inversores por uno de los materiales que dan forma a sus baterías. El cobalto. Un mineral crucial para la fabricación de las baterías y que ha visto como se han disparado los precios.
En el London Metal Exchange (LME), el mercado de referencia para los metales, el precio de la tonelada de cobalto alcanzó 82.000 dólares a mediados de febrero, su precio más alto desde que empezó a cotizar en el LME, en 2010. Aunque las necesidades de cobalto han aumentado en los últimos años por su uso en la fabricación de smartphones y tablets, la producción sigue siendo mayor que la demanda, porque las ventas de vehículos eléctricos sólo representan una pequeña parte de la industria automovilística.
Según los analistas de la consultora Darton Commodities "Las baterías eléctricas usadas en la electrónica de consumo todavía representan el 72% de la demanda de cobalto para baterías. El mercado tendrá una sobreoferta hasta que se materialicen las previsiones de crecimiento exponencial de las ventas de vehículos eléctricos, alrededor de 2020. Los vehículos eléctricos alcanzaron una cierta madurez en 2017, con un crecimiento de ventas del 51%"
Una tendencia imparable incluso a pesar de problemas como el freno de los subsidios estatales en China, que limitará las ayudas a los coches de más de 150 kms de autonomía, lo que podría ralentizar este crecimiento en 2018.
El gigante de las materias primas Glencore, con sede en Suiza, anunció en diciembre que estaba en conversaciones con Volkswagen y Tesla para venderles cobalto, según declaraciones de su director general Ivan Glasenberg divulgadas por Bloomberg. Glencore espera producir 63.000 toneladas de cobalto en 2020, en comparación a las 27.000 toneladas de 2017.
Otra razón que explica la excitación en los mercados con el cobalto es que muy pocas veces procede de minas especializadas sino que se extrae en gran medida como un producto secundario de las minas de cobre y níquel. "El resultado es que las reservas probadas de cobalto dependen de la viabilidad económica de las minas de níquel y cobre", advierten los analistas de Natixis. En consecuencia, una caída de los precios de estos metales podría reducir su extracción y, de rebote, la de cobalto, aunque el aumento de los precios de este mineral están impulsando proyectos de minas dedicadas exclusivamente a él.
Más de la mitad de la producción minera de cobalto en 2017 procedía de la República Democrática del Congo. Frente a la demanda creciente, el país prevé multiplicar por cinco sus impuestos sobre este metal, lo que ha provocado indignación en el sector minero y ha contribuido al aumento de los precios. El precio fijado cada día por el LME podría sin embargo haber superado ya las expectativas. En este pequeño mercado, donde muchos intercambios son confidenciales, el peso de los inversores financieros parece haber asumido una proporción desmedida. Aunque otros metales como el níquel son también necesarios para la fabricación de baterías eléctricas, los inversores eligieron apostar por el cobalto como un activo financiero, lo que infla su precio.
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