El científico Ruben Costa, que se centra en el proyecto, cree que el futuro está en las bombillas hechas con proteínas, ya que se podrían conseguir sistemas de iluminación más sostenibles y baratos.
En un primer experimento, donde Costa también participó, científicos de la Universidad Erlangen-Nürnberg fabricaron una goma luminiscente mediante la colocación de proteínas que producen bacterias en una matriz de polímeros. El dispositivo convierte la luz azul de un LED en luz blanca de gran calidad a un precio competitivo.
En un segundo trabajo, unos investigadores alemanes lograron introducir moléculas de ADN en un semiconductor orgánico clásico utilizado en la tecnología OLED. En cambio, científicos coreanos insertaron una doble hélice de ADN sobre una película delgada de Alq3 lo que evita la perdida de electrones y forma unos sistemas BioLED más eficientes.
Comparándolo con BioLED, el LED blanco utiliza materiales muy caros y escasos, no tiene protocolos de reciclaje y la luz que emite estimula el cerebro negativamente y no es apropiada para trabajar en casa.
El nuevo material evita la desnaturalización de las proteínas, y se trabaja en su optimización para mejorar la estabilidad térmica y obtener mayor vida útil a través de proteínas más resistentes mediante la modificación de la matriz polimérica. Los primeros resultados se consiguieron el año pasado y las desarrolladas hasta ahora tienen una vida útil de unas 150 horas, teniendo en mente llegar hasta las 50.000, la cual es la actual duración de los LED comerciales.
Costa continúa su proyecto ahora en el IMDEA Materiales y ha sido reconocido como uno de los diez mejores innovadores españoles menores de 35 años por la revista del Massachusetts Institute of Technology (MIT).
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