Si la economía crece, quiere decir que hay más actividad, algo que también se traduce en un mayor consumo de energía. Por lo tanto, lo más fácil es que las emisiones de CO2 aumenten, y así lo hacían a lo largo de la historia. Sin embargo, eso ha cambiado en los últimos 3 años.
Las emisiones de CO2 asociadas al sector energético alcanzaron 32,1 gigatoneladas en el año 2016, prácticamente la misma cifra que en el año 2014 y 2015. A su vez, la economía mundial creció un 3,1% en 2016, mientras que el 2014 y en 2015 lo hizo en un 3,4% y 3,1% respectivamente.
Las emisiones de CO2 descendieron tanto en China como en Estados Unidos, los dos mayores emisores del planeta, mientras que en Europa se mantuvieron estables.
Estados Unidos redujo sus emisiones en 160 millones de toneladas a pesar de que su economía creció un 1,6%. Según la Agencia Internacional de la Energía, el principal motivo han sido los apuros sufridos por las empresas del fracking en en país, sumado a unas cada vez más atractivas energías renovables que están desplazando al carbón.
"Estos tres años sin crecimiento en las emisiones de CO2 a pesar del crecimiento de la economía mundial, señalan una tendencia que es sin duda motivo de optimismo. Sin embargo, todavía es demasiado pronto para decir que las emisiones globales han alcanzado su punto máximo" dijo el Dr. Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía.
Otro de los motivos del descenso de las emisiones de CO2 es el descenso del uso del carbón en China, donde la demanda de este combustible fósil sigue reduciéndose. Incluso se habla de que pronto el gigante asiático podría dejar de importar carbón del exterior, y ya ha cancelado la construcción de 104 centrales.
Dos tercios de la electricidad del país fue producida por energías renovables, principalmente por la gran hidráulica y el viento. Además, el gas natural está empezando a tomar protagonismo. Algo que no se puede considerar tampoco una mala noticia siempre que sea para sustituir carbón, ya que emite menos CO2 y menos contaminación, además de ser más eficiente gracias a los ciclos combinados.
El siguiente gráfico muestra los síntomas de desacoplamiento entre la economía y las emisiones de CO2.
Sin duda, se trata de una buena noticia para el planeta, aunque tampoco se pueden echar las campanas al vuelo. Todavía hay mucho por hacer.
Fuente | IEA vía Cleatechnica
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