El futuro de la energía nuclear en España depende principalmente del gobierno. Durante la próxima legislatura se cumplen los plazos para iniciar la renovación de licencias de seis de los siete reactores operativos actualmente. Unas centrales que se acercarán a los 40 años de vida útil, una vida más que suficiente para algunos y demasiado corta para otros.
Seis de los siete reactores operativos con los que cuenta España tienen permiso de funcionamiento hasta 2020 o 2021. Se podría pensar que no entra en los plazos de la actual legislatura, pero nada más lejos de la realidad. Para poder renovar los permisos, hay que comenzar a hacer gestiones tres años antes de del fin de la autorización. Es decir, entre junio de 2017 y octubre de 2018.
En principio, las empresas propietarias (Iberdrola, Endesa y Gas Natural) parece que tienen interés por alargar la vida de las centrales al menos por otros 10 años más. Sin embargo alargar las centrales no es solo cuestión de libertad: es necesario realizar importantes inversiones y recibir el visto bueno en materia de seguridad.
Desde EQUO, partido ecologista y parte de la coalición electoral Unidos Podemos, se aboga por el cierre de las nucleares según se van acercando a los 40 años de vida. A través de la cuenta de Twitter de Juan López de Uralde, su cara más visible, ha compartido el que sería el escenario de cierre de centrales propuesto por el partido ecologista.
Según este programa, para 2024 ya no quedarían centrales nucleares operativas en nuestro país.El gobierno quiere alargar a 60 años la vida de las centrales nucleares, nosotros un plan de cierre en un marco de transición energética. pic.twitter.com/86ge95Oj5L— Juan López de Uralde (@juralde) 16 de enero de 2017
Sin duda se trata de un plan ambicioso, pero que tiene que ir obligatoriamente acompañado de una importante inversión en energías renovables. Hay que recordar que la energía nuclear ha producido el 22% de la electricidad de nuestro país en 2016, siendo la tecnología que más ha aportado al mix.
A pesar del rechazo social, se trata de una tecnología que no emite gases de efecto invernadero, aunque si supone un problema a nivel de residuos radiactivos y su almacenamiento. Lo que está claro es que de cerrar las centrales, sería necesario tapar ese hueco energético con energías renovables. De lo contrario, el carbón y los ciclos combinados darían un paso adelante, lo que dispararía las emisiones de CO2.
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