Los coches eléctricos son coches cero emisiones. Durante su funcionamiento no emiten ningún tipo de gas nocivo. También es cierto que se producen gases de efecto invernadero generando la energía eléctrica que consumen, siempre y cuando sea generada mediante combustibles fósiles. Sin embargo, hay un ámbito que siempre se deja de lado: el proceso de fabricación. Al igual que con cualquier otro producto, durante la fabricación del BMW i3 se emite CO2 .
En ese sentido, BMW ha querido hacer del BMW i3 un coche realmente sostenible. Se trata del único coche del mundo que cuenta con un sello de CO2 certificado, que cubre toda la cadena completa, desde la cadena de suministros, pasando por los procesos de fabricación y la utilización del coche, llegando hasta la fase de su reciclaje. Este balance es un tercio más favorable que el del modelo BMW 118d, un coche que en el año 2008 obtuvo el premio «World Green Car of The Year».
Uno de los factores clave que incide favorablemente en ese balance consiste en que los procesos de producción en las plantas de BMW en Leipzig (Alemania) y en Moses Lake (EE.UU.) utilizan energía eléctrica generada en plantas eólicas y centrales hidráulicas, lo que significa que se trata de energía obtenida sin producir CO2.
De esta forma, la marca alemana puede presumir de un coche que cierra el círculo de sostenibilidad, siendo lo más respetuoso posible con el medio ambiente desde su fabricación hasta su uso. Faltaría garantizar un buen reciclaje de sus componentes, principalmente de una batería que puede tener una segunda vida como almacenamiento de renovables o puede ser reciclada para recuperar el litio.
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