
Si a estas alturas todavía no sabes lo que es un Bitcoin es que vives bastante aislado de la actualidad. Sin embargo, para los más despistados, recordamos lo que es:
Bitcoin es una moneda, que sirve para intercambiar bienes y servicios. Sin embargo, a diferencia de otras monedas, Bitcoin es una divisa electrónica.
Sí, puede que esa definición no solucione mucho, pero tenemos que creérnoslo: Bitcoin es una moneda que puede utilizarse igual que los dólares o euros.
Pero nosotros no vamos a hablar de economía ni sistemas financieros. Nos vamos a centrar en lo que nos importa: la energía. Concretamente, de la energía necesaria para mantener funcionando el Bitcoin.
Según las estimaciones, el Bitcoin consume 32 teravatios hora (TWh) de energía anuales. Un consumo de energía superior al de países como Serbio, Irlanda o Marruecos. Comparándolo con España, equivaldría al 8,28% del consumo eléctrico de nuestro país, que en 2016 fue de 265,009 TWh.

Pero, ¿por qué consume energía el Bitcoin? Se debe a su proceso de creación.
Nuevos bitcoins son creados a diario a través de un proceso que se conoce como "minería", que consiste en premiar con un bitcoin los ordenadores que procesan complejas ecuaciones matemáticas a través de un software especializado. Unos procesos que son necesarios para mantener la moneda y que se basan en la conocida como tecnología "Blockchain".
Y no estamos hablado de unos pocos ordenadores en un servidor de un edificio, sino de miles de máquinas repartidos por todo el mundo trabajando día y noche sin parar, lo que implica un altísimo consumo de electricidad que no ha parado de crecer.
También es cierto que estimar cuál es el consumo del Bitcoin es realmente difícil de estimar. Tanto que hay quien dice que consume más electricidad que 130 países del mundo, mientras que otros dicen que consume más que 159.
Tampoco habría que hacer saltar las alarmas, pero hay que ser conscientes del consumo de energía de esta moneda. Un consumo que no para de crecer según aumenta en número de personas interesadas en la misma. Un consumo de electricidad, que tiene un impacto ambiental asociado que tampoco se pueda pasar por alto.
Hablar de estas cantidades nos hace pensar de la magnitud que está cogiendo la criptomoneda y nos permite, cuantos menos, darnos cuenta de que no es ninguna tontería.
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