La solución nos llega desde China. Allí se ha presentado el Autonomous Rail Rapid Transit (ART). Un tranvía que nos permitiría acceder a los muchos beneficios de este sistema, como su elevada capacidad de pasajeros, pero que se pondría en marcha con una inversión que supone una pequeña parte de lo que se necesita para construir un nuevo sistema de metro o tranvía.
Este tren 100% eléctrico de 31 metros de largo, y capacidad para hasta 300 pasajeros repartidos en tres vagones, puede moverse a una velocidad de hasta 70 kilómetros por hora, y por supuesto sin emisiones. Es capaz de acceder a recargas rápidas durante la jornada, recuperando 24 kilómetros con apenas 10 minutos conectado. Algo que es posible sin apenas dañar la propia batería gracia a su composición formada por celdas de titanato de litio. Extremadamente resistentes a las altas potencias.
Sin duda lo más interesante de este concepto es que no necesita vías. El ART se mueve sobre unas líneas pintadas en las calles, asistido por cientos de sensores. El tren oruga ha sido descrito como un híbrido entre autobús y tranvía, y es 100 % propulsado por electricidad. Además gracias a sus sensores, y con ayuda de los elementos a instalar en la vía, podrá llegar a funcionar de forma totalmente autónoma.
Otra de las diferencias respecto a un modelo convencional es que en vez de ruedas de acero, tiene llantas de goma. Un sistema de doble cabezal permite al tren viajar sin necesidad de girar en U.
La parte más interesante es que esta propuesta además de conjuntar lo mejor de el autobús y del tranvía, además es más barato de instalar. Este sistema tiene un coste por vehículo de 2 millones de dólares. Una cifra que podemos comparar con los costes del metro, que en China cuesta entre 60 y 105 millones de dólares por kilómetro, o respecto a los tranvías eléctricos, que rondan entre 22 y 30 millones de dólares por kilómetro.
Como vemos, el ART supone sólo una quinta parte de la inversión respecto al tranvía, que es el sistema más parecido en cuanto a formato. A esto se añade una vida útil que sus desarrolladores estiman se situará en torno a los 25 años. Lo más interesante es que no hablamos de una idea o un prototipo de futuro, y de esa forma las primeras pruebas en condiciones reales comenzarán el próximo año en las calles de la localidad china de Zhuzhou.
Vía | Independent
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