Pero según los últimos informes, puede que no sea todo color de rosa para Tesla y sus socios de Panasonic. Según la última presentación de resultados ante los accionistas, Tesla ha comentado que el coste de la construcción y el coste operativo de la planta podría ser superior a lo estimado en un primer momento.
Algo que podría tener como resultado un impacto en las cuentas del fabricante, y sobre todo un retraso en la finalización de las obras. Algo que podría ser perjudicial para las cuentas y también para el valor de las acciones.
De momento Tesla sólo ha inaugurado el equivalente al 14% del total de la superficie que ocupará la gigafábrica. Una parte que se encargará antes de final de año de fabricar las primeras celdas para la división de coches, y que ya tiene en marcha una línea para ensamblar las baterías para el hogar, que usarán celdas de Samsung.
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Tesla espera lograr poner en marcha la línea de montaje lo antes posible, para conseguir ganar experiencia y acelerar la velocidad de una planta que tendrá que estar rematada en 2018, pero que antes tendrá que lograr una capacidad productiva notable. Sobre todo en 2017, cuando llegue al mercado el Tesla Model 3, al que hay que sumar el creciente interés en los Model S y Model X.
Pero Tesla es consciente que cualquier retraso puede dañar seriamente la marca, y lastrar unos resultados económicos marcados por las pérdidas. Unas pérdidas que los inversores catalogan de aceptables debido al proceso de expansión. Una expansión marcada principalmente por las nuevas tiendas, la ampliación de la red de recarga con supercargadores, así como la inversión en esta gigafábrica.
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Vía | AFR
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